martes, 6 de diciembre de 2016

VIAJE DE ESTUDIO A LA HACIENDA DE PANOAYA 2016














Juana Inés, vivió en la Hacienda Panoaya de los 3 a los 8 años de edad (1651 a 1656). Aquí aprendió a leer, 
a escondidas, en la bibilioteca de su abuelo quien arrendaba la Hacienda.

En las habitaciones, pasillos y capilla de la Hacienda, con un poco de imaginación, se puede sentir la 
presencia de esa niña quien llegaría a ser la mujer más significativa de su época, Sor Juana Inés de la Cruz.

En el reverso del nuevo billete de 200 pesos, dedicado a Sor Juana, encontrarás la vista del patio de la 
Hacienda.
No te puedes perder la visita guiada al Museo de Sor Juana Inés de Cruz. En ella, conocerás, la gloriosa y 
conmovedora historia de Juana Inés.

A los pies de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl,  en la región de Amecameca, se localiza la Hacienda Panoaya, uno de los primeros hogares de la gran poetiza Sor Juana Inés de la Cruz
La construcción data del siglo XVII, aunque el  terreno fue concedido en el siglo XVI por el rey Carlos I de España a Pedro Paez Izital como recompensa por haber colaborado en la conquista de México.
Después de su restauración en el año 2000, la hacienda fue abierta al público y se ha convertido en uno de los puntos turísticos más atractivos del Estado de México. 

Tras los pasos de Sor Juana

Sor Juana Inés de la Cruz llegó a vivir  a  Panoaya en 1651 a la edad de tres años. Tras los  muros de esta hacienda, la pequeña aprendió a leer haciendo uso de los libros de su abuelo.  A los 8 años ya había ganado su primer concurso literario en Amecameca.
Aunque a las mujeres no les era permitido ingresar a la Universidad, Sor Juana se abrió paso entre las opiniones conservadoras de la época y logró convertirse en una de las mujeres más cultas y progresistas con tan sólo 15 años de edad.

DESFILE 20 DE NOVIEMBRE 2016



Desfile del 20 de noviembre por las calles principales del pueblo, la escuela participo con todos los grupos, culminando en la Escuela Primaria Estatal "Sor Juana Inés de la  Cruz con un evento cívico cultural en el que participaron todas las escuelas con un número.

CELEBRACIÓN DÍA DE LOS MUERTOS (NOV. 2016)

       

MEJORES OFRENDAS: NOVIEMBRE 2016




Estas son las mejores ofrendas que elaboraron los alumnos en coordinación con sus tutores, en  cada uno de los grupos que se visitaron  los alumnos explicaron por que eligieron el incienso, las frutas y los alimentos. sin embargo no hay que olvidar que esta es una tradición milenaria que se sigue preservando hasta nuestros días.
El altar de muertos: origen y significado en México
Patricia Beatriz Denis Rodríguez,
Andrés Hermida Moreno
y Javier Huesca Méndez


Através de la historia del hombre, el culto a los muertos se ha manifestado en diferentes culturas de Europa y Asia, como la china, la árabe o la egipcia, pero en las culturas prehispánicas del continente americano no ha sido de menor importancia; así, la visión y la iconografía sobre la muerte en nuestro país son notables debido a ciertas características especiales, como el sentido solemne, festivo, jocoso y religioso que se ha dado a este culto, el cual pervive hasta nuestros días.
La muerte es un personaje omnipresente en el arte mexicano con una riquísima variedad representativa: desde diosa, protagonista de cuentos y leyendas, personaje crítico de la sociedad, hasta invitada sonriente a nuestra mesa.
En México, las culturas indígenas concebían a la muerte como una unidad dialéctica: el binomio vida-muerte, lo que hacía que la muerte conviviera en todas las manifestaciones de su cultura. Que su símbolo o glifo apareciera por doquier, que se le invocara en todo momento y que se representara en una sola figura, es lo que ha hecho que su celebración siga viva en el tiempo.
Es así, una ardua tarea entender la muerte y su significado, labor que abarca momentos de innumerables reflexiones, rituales y ceremonias de diversa índole, lo que ha erigido el máximo símbolo plástico de la representación de esta festividad: el altar de muertos. Dicha representación es quizá la tradición más importante de la cultura popular mexicana y una de las más conocidas internacionalmente; incluso es considerada y protegida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Para conocer más acerca de la festividad del Día de Muertos y el significado que tiene hoy el altar, es necesario echar una vista atrás a la historia, hacia las épocas prehispánica y colonial, para tener un panorama más amplio de su significado.
La época prehispánica
Los orígenes de la tradición del Día de Muertos son anteriores a la llegada de los españoles, quienes tenían una concepción unitaria del alma, concepción que les impidió entender el que los indígenas atribuyeran a cada individuo varias entidades anímicas y que cada una de ellas tuviera al morir un destino diferente.
Dentro de la visión prehispánica, el acto de morir era el comienzo de un viaje hacia el Mictlán, el reino de los muertos descarnados o inframundo, también llamado Xiomoayan, término que los españoles tradujeron como infierno. Este viaje duraba cuatro días. Al llegar a su destino, el viajero ofrecía obsequios a los señores del Mictlán: Mictlantecuhtli (señor de los muertos) y su compañera Mictecacíhuatl (señora de los moradores del recinto de los muertos). Estos lo enviaban a una de nueve regiones, donde el muerto permanecía un periodo de prueba de cuatro años antes de continuar su vida en el Mictlán y llegar así al último piso, que era el lugar de su eterno reposo, denominado “obsidiana de los muertos”.
Gráficamente, la idea de la muerte como un ser descarnado siempre estuvo presente en la cosmovisión prehispánica, de lo que hay registros en las etnias totonaca, nahua, mexica y maya, entre otras. En esta época era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento. El festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba en el noveno mes del calendario solar mexicano, iniciando en agosto y celebrándose durante todo el mes.
Para los indígenas la muerte no tenía la connotación moral de la religión católica, en la cual la idea de infierno o paraíso significa castigo o premio; los antiguos mexicanos creían que el destino del alma del muerto estaba determinado por el tipo de muerte que había tenido y su comportamiento en vida. Por citar algunos ejemplos, las almas de los que morían en circunstancias relacionadas con el agua se dirigían al Tlalocan, o paraíso de Tláloc; los muertos en combate, los cautivos sacrificados y las mujeres muertas durante al parto llegaban al Omeyocan, paraíso del Sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. El Mictlán estaba destinado a los que morían de muerte natural. Los niños muertos tenían un lugar especial llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche para que se alimentaran.
Los entierros prehispánicos eran acompañados por dos tipos de objetos: los que en vida habían sido utilizados por el muerto, y los que podía necesitar en su tránsito al inframundo.
La época colonial
En el siglo XVI, tras la Conquista, se introduce a México el terror a la muerte y al infierno con la divulgación del cristianismo, por lo que en esta época se observa una mezcla de creencias del Viejo y el Nuevo Mundo. Así, la Colonia fue una época de sincretismo donde los esfuerzos de la evangelización cristiana tuvieron que ceder ante la fuerza de muchas creencias indígenas, dando como resultado un catolicismo muy propio de las Américas, caracterizado por una mezcla de las religiones prehispánicas y la religión católica. En esta época se comenzó a celebrar el Día de los Fieles Difuntos, cuando se veneraban restos de santos europeos y asiáticos recibidos en el Puerto de Veracruz y transportados a diferentes destinos, en ceremonias acompañadas por arcos de flores, oraciones, procesiones y bendiciones de los restos en las iglesias y con reliquias de pan de azúcar –antecesores de nuestras calaveras– y el llamado “pan de muerto”.
La época actual
El sincretismo entre las costumbres españolas e indígenas originó lo que es hoy la fiesta del Día de Muertos. Al ser México un país pluricultural y pluriétnico, tal celebración no tiene un carácter homogéneo, sino que va añadiendo diferentes significados y evocaciones según el pueblo indígena o grupo social que la practique, construyendo así, más que una festividad cristiana, una celebración que es resultado de la mezcla de la cultura prehispánica con la religión católica, por lo que nuestro pueblo ha logrado mantener vivas sus antiguas tradiciones.
La fiesta de Día de Muertos se realiza el 31 de octubre y el 1 y 2 de noviembre, días señalados por la Iglesia católica para celebrar la memoria de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos. Desde luego, la esencia más pura de estas fiestas se observa en las comunidades indígenas y rurales, donde se tiene la creencia de que las ánimas de los difuntos regresan esas noches para disfrutar los platillos y flores que sus parientes les ofrecen.
Las ánimas llegan en forma ordenada. A los que tuvieron la mala fortuna de morir un mes antes de la celebración no se les pone ofrenda, pues se considera que no tuvieron tiempo de pedir permiso para acudir a la celebración, por lo que sirven solamente como ayudantes de otras ánimas. El 28 de octubre se destina a los muertos que fueron asesinados con violencia, de manera trágica; el 30 y 31 de octubre son días dedicados a los niños que murieron sin haber sido bautizados (limbitos) y a los más pequeños, respectivamente; el 1 de noviembre, o Día de Todos los Santos, es la celebración de todos aquellos que llevaron una vida ejemplar, celebrándose igualmente a los niños. El día 2, en cambio, es el llamado Día de los Muertos, la máxima festividad de su tipo en nuestro país, celebración que comienza desde la madrugada con el tañido de las campanas de las iglesias y la práctica de ciertos ritos, como adornar las tumbas y hacer altares sobre las lápidas, los que tienen un gran significado para las familias porque se piensa que ayudan a conducir a las ánimas y a transitar por un buen camino tras la muerte.

lunes, 5 de diciembre de 2016

ADIÓS A LA PROFRA. DOMÍNGA TEPEXPA AMACENDE Y DOLORES JIMENEZ GOMEZ.




El día  28 de octubre  de 2015 se realizo un evento de reconocimiento a la labor educativa que realizaron, las Profesoras  DOMÍNGA TEPEXPA AMACENDE  Y DOLORES  JIMENEZ GOMEZ, en esta institución.
Las palabras de agradecimiento estuvieron a cargo de la alumna Alondra de la Rosa Portillo de estudiantes y maestros  de la institución.

Intercambio cultural con la Secundaria 204 "Hermilo Novelo Torres"




El día 22 de julio de 2016 tuvimos la visita de alumnos y maestros  de la Escuela Secundaria 204 de San  Juan Xalpa Iztapalapa, Ciudad de México promovido por la Profesora Laura  Toledano Franco  y la Maestra Ana Lilia Toledano Franco, quien presento en esta institución la Obra de teatro "Sueño de un seductor " basada en la cine comedia de Woodiy Allen,  adaptada a teatro, ambientada con canciones de José José que le pone un toque especial a la interpretación.
Excelente trabajo de los profesores y alumnos de tercer grado.
Desde este hermoso lugar les enviamos un cordial saludo y estamos ansiosos por que regresen y podamos participar en un encuentro deportivo, de convivencia o  académico.