HISTORIA DE LA TAXONOMÍA DE LOS CACTUS.
Balbuceando nuestros
primeros palabros.
Todos los que hemos
sido atraídos al mundo de los cactus hemos tenido una experiencia que se
asemeja en algo a la siguiente:
Compramos unas cuantas macetitas por ahí, se van acumulando cada vez más
y descubrimos sorprendidos la gran variedad de cactus que existen. En un momento dado, intentamos poner orden en
nuestra incipiente colección y decidimos comprar un libro sobre cactus para
poder distinguir las diferentes especies, saber como se llaman, sus cuidados y
etc.
Entonces descubrimos
con pasmo que hay muchísimos cactus diferentes que nunca habíamos visto, que
nuestra colección no es más que una mini-mini-colección, que no somos capaces
de identificar más que a unos pocos cactus y, para colmo, que los nombrecitos
de nuestros amigos se las traen.
Acabamos de entrar en el Tipo I de coleccionistas y empezamos a meditar
si algún día seremos capaces de aprendernos dichos nombres. Excepto los masoquistas, que desde el primer
momento balbucean con íntima satisfacción “Echinocactus grusonii”, los sádicos,
que dicen a su mujer “no me riegues esta semana el Myrtillocactus
geometrizans”, disfrutando con su confusión, el resto de seres humanos nos
quedamos un poco chafados con la existencia de tan terribles palabros.
Conozco
casos terribles. Un conocido mío llegó a
memorizar sin problemas más de 4.000 especies de cactus basado en una
clasificación taxonómica de 1969 que incluía, por ejemplo, el Eriocactus
leninghausii. En 1984, fui a visitar a
este amigo y lo encontré en un estado precario de salud mental, con lagunas de
memoria. El mismo cactus se llamaba
entonces Notocactus leninghausii. En
1994, ya ingresado en una clínica mental víctima de una fuerte depresión, lo
visité para comunicarle que el mismo
cactus había sido transferido de
género y se llamaba ahora Parodia
leninghausii. Le informé también de que
nuestro querido Cereus peruvianus había cambiado a Cereus hildmannianus. Desgraciadamente, lejos de animarle con mis
palabras, entró en un estado de histeria profunda del que todavía no se ha
recuperado y a mí me echaron a patadas del sanatorio.
Plantas del Nuevo
Mundo hasta 1970
Los primeros
cactus que llegaron a Europa datan de tan solo unos años después del
descubrimiento, 1492. Parece ser, en
concreto, que, los primeros turistas forzosos en llegar al Viejo Continente,
fueron algunos especimenes de Melocactus cubanos. Los colonizadores españoles sintieron una
enorme curiosidad por ese tipo de plantas tan extrañas. Acabaron en manos de jardines privados de la
realeza o en mansiones de ricas personalidades.
Se llegaba a pagar su peso en oro.
Hasta 1635
no tenemos en Europa una primera descripción seria con someros grabados de lo
que podríamos pensar se trataba de un Cereus y alguna Opuntia. Hasta ese momento, solamente los misioneros
habían dejado nota en sus escritos de extrañas plantas que no se parecían en
nada a las conocidas. En 1529, un
franciscano, Bernardino de Sahagún, describe el uso de algunas plantas en
rituales nativos con efectos de “alterar gravemente la consciencia” de los
indivíduos. Se trataba de la Lophophora
williamsii y algunos hongos alucinógenos.
La postura oficial de la Iglesia ante lo desconocido fue tachar dichas
plantas y rituales de más o menos “diabólicos”.
Durante esos años, aumentan los escritos de campo y sabemos que llegan a
España el Melocactus communis, descrito e ilustrado por Matías de Obel en 1576
con el nombre Echinomelocactus, y la Opuntia ficus-indica.
Desde 1650
hasta 1750, son jardines e investigadores británicos los que más avanzan en la
clasificación y nomenclatura de las cactáceas.
El año 0 para la Botánica es 1753, cuando el sueco, “Padre de la
Botánica”, Karl von Linneo, publica su “Especies Plantorum” que pone orden en
la nomenclatura de las plantas entonces conocidas e inicia las bases de una
taxonomía racional del Reino Vegetal.
Todas las cactáceas son descritas bajo el género Cactus, figurando 22
especies descritas. De acuerdo con el Código Internacional de Nomenclatura
Botánica, el nombre científico de cada planta tiene que ir acompañado del
apellido del autor que lo publica a partir del trabajo de Linnaeus en 1753.
En 1789,
Antoine Laurent, habla por primera vez de Familias, en un intento de clasificar
las plantas en un orden más natural. En
1799, Etienne Ventenat, publica la “Tabla del Reino Vegetal” y crea la familia
Cactoides. En 1812, Adrian Haworth
revoluciona el mundo de las cactáceas.
Anula el género Cactus de Linneo, y crea el género Mammillaria.
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