martes, 25 de diciembre de 2012

EXPOSICIÓN DE CACTUS



HISTORIA DE LA TAXONOMÍA DE LOS CACTUS.

 Balbuceando nuestros primeros palabros.

                                    Todos los que hemos sido atraídos al mundo de los cactus hemos tenido una experiencia que se asemeja en algo a la siguiente:  Compramos unas cuantas macetitas por ahí, se van acumulando cada vez más y descubrimos sorprendidos la gran variedad de cactus que existen.  En un momento dado, intentamos poner orden en nuestra incipiente colección y decidimos comprar un libro sobre cactus para poder distinguir las diferentes especies, saber como se llaman, sus cuidados y etc.

                                    Entonces descubrimos con pasmo que hay muchísimos cactus diferentes que nunca habíamos visto, que nuestra colección no es más que una mini-mini-colección, que no somos capaces de identificar más que a unos pocos cactus y, para colmo, que los nombrecitos de nuestros amigos se las traen.  Acabamos de entrar en el Tipo I de coleccionistas y empezamos a meditar si algún día seremos capaces de aprendernos dichos nombres.  Excepto los masoquistas, que desde el primer momento balbucean con íntima satisfacción “Echinocactus grusonii”, los sádicos, que dicen a su mujer “no me riegues esta semana el Myrtillocactus geometrizans”, disfrutando con su confusión, el resto de seres humanos nos quedamos un poco chafados con la existencia de tan terribles palabros.

                                    Conozco casos terribles.  Un conocido mío llegó a memorizar sin problemas más de 4.000 especies de cactus basado en una clasificación taxonómica de 1969 que incluía, por ejemplo, el Eriocactus leninghausii.  En 1984, fui a visitar a este amigo y lo encontré en un estado precario de salud mental, con lagunas de memoria.  El mismo cactus se llamaba entonces Notocactus leninghausii.  En 1994, ya ingresado en una clínica mental víctima de una fuerte depresión, lo visité para comunicarle que el mismo  cactus había sido transferido  de género y se llamaba ahora  Parodia leninghausii.  Le informé también de que nuestro querido Cereus peruvianus había cambiado a Cereus hildmannianus.  Desgraciadamente, lejos de animarle con mis palabras, entró en un estado de histeria profunda del que todavía no se ha recuperado y a mí me echaron a patadas del sanatorio.

 Plantas del Nuevo Mundo hasta 1970

                                  Los primeros cactus que llegaron a Europa datan de tan solo unos años después del descubrimiento, 1492.  Parece ser, en concreto, que, los primeros turistas forzosos en llegar al Viejo Continente, fueron algunos especimenes de Melocactus cubanos.  Los colonizadores españoles sintieron una enorme curiosidad por ese tipo de plantas tan extrañas.  Acabaron en manos de jardines privados de la realeza o en mansiones de ricas personalidades.  Se llegaba a pagar su peso en oro.

                                    Hasta 1635 no tenemos en Europa una primera descripción seria con someros grabados de lo que podríamos pensar se trataba de un Cereus y alguna Opuntia.  Hasta ese momento, solamente los misioneros habían dejado nota en sus escritos de extrañas plantas que no se parecían en nada a las conocidas.  En 1529, un franciscano, Bernardino de Sahagún, describe el uso de algunas plantas en rituales nativos con efectos de “alterar gravemente la consciencia” de los indivíduos.  Se trataba de la Lophophora williamsii y algunos hongos alucinógenos.  La postura oficial de la Iglesia ante lo desconocido fue tachar dichas plantas y rituales de más o menos “diabólicos”.  Durante esos años, aumentan los escritos de campo y sabemos que llegan a España el Melocactus communis, descrito e ilustrado por Matías de Obel en 1576 con el nombre Echinomelocactus, y la Opuntia ficus-indica.

                                    Desde 1650 hasta 1750, son jardines e investigadores británicos los que más avanzan en la clasificación y nomenclatura de las cactáceas.  El año 0 para la Botánica es 1753, cuando el sueco, “Padre de la Botánica”, Karl von Linneo, publica su “Especies Plantorum” que pone orden en la nomenclatura de las plantas entonces conocidas e inicia las bases de una taxonomía racional del Reino Vegetal.  Todas las cactáceas son descritas bajo el género Cactus, figurando 22 especies descritas. De acuerdo con el Código Internacional de Nomenclatura Botánica, el nombre científico de cada planta tiene que ir acompañado del apellido del autor que lo publica a partir del trabajo de Linnaeus en 1753.

                                    En 1789, Antoine Laurent, habla por primera vez de Familias, en un intento de clasificar las plantas en un orden más natural.  En 1799, Etienne Ventenat, publica la “Tabla del Reino Vegetal” y crea la familia Cactoides.  En 1812, Adrian Haworth revoluciona el mundo de las cactáceas.  Anula el género Cactus de Linneo, y crea el género Mammillaria.

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